🎭 Las Brujas de Salem estigmatizaron el Teatro Wagner.

El sábado día 17 de mayo de 2008 tuve la oportunidad de presenciar un pequeño milagro. En el escenario del Teatro Wagner, un grupo de jóvenes revivía apasionadamente la tragedia de una aldea norteamericana destruida en 1692 por la rivalidad entre vecinos, por el fanatismo y por la superstición; en el patio de butacas, los espectadores vivíamos el drama como participantes en un rito catártico. Al final de la representación, en medio de los aplausos conmovidos, unos y otros -actores y espectadores- sabíamos que sólo la magia del teatro había sido capaz de dar plena vida, trescientos dieciséis años después de su muerte, a las víctimas de aquella locura.

El milagro lo había hecho posible Paco Bonmatí y su Grupo de Teatro Maqueda. Que un grupo de aficionados ponga en escena una de las obras más complejas del teatro del siglo XX y que lo haga con la dignidad, la viva pasión y la fuerza dramática con la que lo hicieron estos 18 jóvenes, es puro milagro hoy, en esta adormecida sociedad en la que se aplauden los excrementos deglutidos continuamente por nuestras cadenas de televisión. Que en una noche de lluvia asistiera a la representación un número no inferior a las cien personas, y que al término de las tres horas que dura la escenificación tuviéramos todos el alma en los ojos y en el corazón un átomo más de verdad, es puro milagro hoy, en esta sociedad manipulada donde verdad y libertad son prostitutas compradas a muy bajo precio.

Y tiene más altura el milagro cuando sabemos que el Grupo de Teatro Maqueda se formó en 1993 por un grupo de chicas que sólo querían participar en los actos del Día de la Mujer representando una comedia para entretener a un reducido público en la Casa del Cisco. Han pasado 15 años -una eternidad para un grupo de aficionados en un pueblo en el que nunca un grupo de teatro funcionó más de dos años- y en este tiempo han montado 22 obras apoyados apenas por una escuálida subvención municipal. De los juguetes de los Quintero pasaron a Mihura, Alberto Miralles, Arniches … hasta el gran salto que supone esta obra de Arthur Miller pasada por la devanadera de Alberto González Vergel. Y vuelvo a insistir en lo primordial: es fácil ver en las grandes ciudades magníficas puestas en escena, con apabullantes decorados y sentidas representaciones de nuestros famosos actores; todas hechas con generoso despilfarro de las instituciones públicas a las que se añade una costosa entrada del espectador. Y luego se termina de “quemar” la obra en los “bolos” por las capitales de provincia. Pero es muy difícil ver en un grupo de aficionados, cuyo esfuerzo de cinco meses de ensayos se difuminará en una sola representación altruista, la pasión por el teatro, por la belleza poética, por la verdad de la palabra, que tuvimos la suerte de ver en el Grupo Maqueda la otra noche. No olvidaremos el tic nervioso de la voz y el gesto de Sagrario Botella resucitando a la esclava Tituba, los ojos enloquecidos de Ana Reyes Guerrero- incomparable Abigail-, la estremecedora actuación de Joaquín Cerdán como John Proctor y de Azahara Santamaría en su papel de esposa de Proctor, la perfecta coreografía de Estefanía Martínez, Marisa Cerdán y Sonia Alenda con Ana Reyes, la dulzura de María José Cerdán, el ímpetu de Blas Mataix y Jaime Segura… Pero es de justicia también destacar el sugerente decorado, la justeza del vestuario y la plasticidad de la impresionante escena final que, apoyada por la música de Carl Orff, quedará mucho tiempo en la retina de los espectadores. En fin, dirigir con tanta precisión a 18 personas, la mayoría de las cuales permanece al mismo tiempo en escena, es una proeza que se debe a la voluntad decidida de Paco Bonmatí, al que va siendo hora reconocerle su valía y su espléndida aportación a la cultura aspense.

Que no se pierda esta voz, que no se pierda este esfuerzo. Yo no sé qué responsables de Cultura de los pueblos del entorno leerán esta reseña y se sentirán interesados por conocer la labor del Grupo Maqueda, pero nuestros gerentes municipales sí deberían hacer lo posible por promocionar a estos jóvenes. Darlos a conocer es destacar el tesón y la entrega de un grupo de de teatro que hace con esmerada dignidad sus obras, pero es también promocionar aspectos culturales de un pueblo que sabe cuidar sus valores.

Salvador Pavía / Crítico Teatral.

El adaptador de esta obra en seis postulados que utiliza para la presentación; dice en el primero “Futuro, pasado y presente se funden en la eterna y universal condición humana, que lleva al hombre a reiterar incesantemente, trágicamente, con acentos pesimista u optimista, su personal visión del mundo y las cosas”

Intentar que esta visión humana a través de la historia nos haga remontarnos a los hechos acaecidos en Salem a finales del siglo XVII y seguir reivindicando la libertad, el derecho de todas las personas contra cualquier tipo de intolerancia o fanatismo opuesto a todos los Salem que en nuestra sociedad todavía gritan “¡Brujería!”

El pasado 8 de marzo nuestro grupo estrenaba esta obra en Aspe con varios retos a llevar a cabo: la duración, el texto y el montaje escénico. Parece que se superaron aceptablemente y ahora nos proponemos pulir las aristas que surgieron y mejorar la primera representación.

El escenario donde se desarrolla la acción es costumbrista y simbolista. Un solo decorado, la Sacristía monopoliza los dos actos y diferentes escenas en que se presenta el drama. Un fondo de árboles con dos estaciones climatológicas bien diferenciadas marcan la metáfora de la obra –la vida y la muerte- La música y la luz son las guindas de esta simbología y el redoble de tambor marca la tragedia.

Ficha Técnica y Artística:
Escenario y Decorados: Carlos Castelló y Pepe Alcolea.
Vestuario: Antoñita Sevilla
Iluminación, Textos, Sonido, Música, Peluquería y Maquillaje: Alfonso Martínez, Ángel Cremades, Daniel Galvañ, Peluquería Marga y Mª. José Cerdán.
Colaboran: Radio Aspe, Periódico 30 días y Canfali.

Reparto por orden de intervención:
Tituba – Sagrario Botella
Reverendo Parris – Antonio Saugar
Abigail Williams – Ana Reyes Guerrero
Susana Walcotc – Estefanía Martínez
Ann Putnam – Lina Algarra
Thomas Putnam – José Vicente López
Mercy Lewis – Gloria Berenguer / Marisa Olivares
Mary Warren – Marisa Cerdán
Betty Parris – Sonia Alenda
John Proctor – Joaquín Cerdán
Rebecca Nurse – María José Cerdán
Giles Corey – Carlos Brufal
Reverendo Hale – Enrique Martínez
Elizabeth Proctor – Azahara Santamaría
Francis Nurse – José Antonio García
Ezequiel Cheever – Pepe Gómez
Juez Hathorne – Blas Mataix
Gobernador Danforth – Jaime Segura

La dirección corrió a cargo de: Francisco Bonmatí 🎭